18 sept 2014

BOLLO DE SARDINAS o recuerdos de la infancia

BOLLO SARDINAS

Este mes he tenido la suerte de ser la anfitriona del Recetario Mañoso gracias a Jose de "MiRecetario" que ha tenido a bien invitarme. El ingrediente no podía hacerme más ilusión, "la sardina de cubo o rancia" porque me trae muchos recuerdos de mi infancia, así que y aprovechando que soy la anfitriona me permitiré la licencia de publicar varias recetas con este ingrediente para que veáis que da juego.

Este primer post va a ser muy sentimental o nostálgico, y es que cada vez que pienso en estas sardinas me veo llevando la "llanda o bandeja" al horno con el bollo de sardinas que hacía mi abuela. Un bollo muy sencillo pero muy rico, sobre todo lo recuerdo en verano por aquello de que no hace mucho se comían las cosas cuando era su época, y los tomates y los pimientos son de verano.

Así que la yaya hacía el bollo y yo toda "pita" y contenta me iba para el horno a decirle a "José (el panadero)" que le traía el bollo de la "Carmen del Castillo" (porque así se llamaba la calle donde vivían los yayos) y de paso me quedaba por allí viendo como metía y sacaba las cosas de aquel horno de piedra con esas palas de madera tan enormes. Me gustaba ese olor a harina, a torta, uhmmmm sobre todo a torta, pero enseguida venía algún  mayor diciendo "esta niña qué hace aquí" y me marchaba pitando lo más deprisa que podía.

Por desgracia aquel horno duró pocos años, y a la yaya le compramos un horno de butano, que eran los que había por entonces y mis paseos al horno se acabaron. Pero esos estupendos bollos de sardinas seguían alimentando mis días de verano, cuando la yaya faltó tomó el relevo mi madre y ahora las dos seguimos manteniendo la tradición.

Recuerdo también al yayo, el abuelo, haciéndose de almuerzo unas sardinas con tomate o simplemente y una vez bien limpias, cocerlas en agua con ajo y perejil (como si fuera una salsa verde) hasta que casi se evaporaba el agua por completo. Aún recuerdo aquel olor y como lo observaba, porque para mí con lo pequeña que era me resultaba complicado entender como el abuelo se metía semejantes almuerzos y no se tomaba un café con leche como hacía mi madre o con colacao como hacía yo. Claro que luego con el tiempo descubrí que mi abuelo no se tomó un café con leche en la vida, creo que hubiera picado poco en el huerto.


Mi padre también es un gran entusiasta de estas sardinas y le he visto comérselas de todas la maneras. Bien limpias, pero sin desalar, con un tomate abierto y un buen trozo de pan un montón de veces; y también le he oído decirle a mi madre en más de una ocasión "y el bollo, dónde está el bollo?" y es que mi padre decidió un buen día que la cena oficial de los sábados era el bollo de sardinas con un buen porrón de cerveza con gaseosa, y pocos son los sábados que dicha cena ha faltado en casa.

Bueno y después de tanto recuerdo vamos con la receta, que yo he modificado ligeramente.

Ingredientes:

300 gr de harina - 100 ml de agua - 50 gr de aove - 50 gr de mantequilla - 5 gr de sal - 3 gr de azúcar - 7 gr de levadura seca - 3 sardinas rancias - 1 pimiento rojo - 2 tomates grandes bien maduros - aove

Preparación:

Por la mañana pronto comenzamos elaborando la masa y desalando las sardinas. Para desalar las sardinas las ponemos en un recipiente con agua hasta el momento de utilizarlas y les cambiaremos el agua tres veces, yo las tengo a remojo unas 12 horas.


A continuación elaboramos la masa, mezclamos en un cuenco o bol todos los ingredientes menos el agua y la levadura. Amasamos y mezclamos la levadura con el agua un poco tibia, agregamos al resto de ingredientes. Amasamos bien pero no en exceso, hasta que nos quede una masa suave y manejable. Guardamos tapada hasta el momento de utilizarla.


Precalentamos el horno a 220º y mientras se calienta limpiamos primero las sardinas. Las sacamos del recipiente con agua y quitamos bien las escamas, seguidamente la cabeza y las tripas, secamos con papel absorbente y con un cuchillo muy afilado separamos los lomos y quitamos todas las espinas. Reservamos. Estiramos la masa y le damos forma,doblamos los bordes y rellenamos con el tomate que habremos pelado y rallado previamente, por encima el pimiento cortado en trozos y terminamos con las sardinas que se pueden poner enteras o a trozos, como más os guste.



Para finalizar regamos con un poco de aceite de oliva y ya está lista para entrar en el horno. Yo esta vez la cocí en piedra para que quedará más crujiente y me recordará un poco a las que se hacían en el pueblo. Estuvo entre 35 y 40 minutos. Sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla.


Una vez frío ya podemos disfrutar de este estupendo bollo de sardina, con porrón de cerveza con gaseosa, con vino o con lo que más os guste.

Obviamente los que hacía la yaya eran más grandes, pero con este tenéis perfectamente para 3 ó 4 personas dependiendo del apetito ;-) Yo la hice para cenar, pero si queréis hacerla para comer comenzar con la preparación la noche de antes, por lo menos poniendo a remojo las sardinas.

La única modificación que yo he hecho a la receta es añadirle mantequilla, la yaya y mi madre sólo lo hacen con aceite de oliva. Así que podéis probar sólo con aceite o mitad y mitad como he hecho yo, la diferencia es que con mantequilla la masa queda más crujiente, más hojaldrada. Yo desalo siempre muy bien las sardinas, tanto que mi padre dice que no saben a nada, pero nos gustan así.

Espero que os animéis a hacer bollos de sardinas o cualquier otra receta con este ingrediente.

¡¡¡ A DISFRUTAR !!!



14 comentarios:

  1. Me ha encantado la historia de los yayos casi tanto como el bollo de sardinas, me encanta recordar contigo el tiempo de los abuelos y los pueblos. Buenísimos recuerdos sin duda Perse :)

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    1. Es lo que tiene ir haciéndose mayor Pilar que los recuerdos de la infancia vuelven con fuerza ;-) Fue un tiempo muy bonito la verdad, aunque pude disfrutar poco de ellos lo aproveché al máximo. Me alegra que te guste. Besos

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  2. Me encantan los recuerdos y este que nos cuentas es de los de verdad, creo que todos tenemos con los abuelos cosicas que nunca olvidamos.
    La receta me gusta y como ahora ya la tenemos en el E-book que nos prepara todos los meses Pilar
    la prepararé, espero que disfrutes, bsss.

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    1. Y yo no espero sólo que la prepares sino que me invites a probarla ;-) Jajajaja. Me alegra que te haya gustado. Besos,

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  3. Pero que historia tan bonita, ¡lo que se aprende de los yayos!. Y de la receta decirte que por supuesto la probaré, eso de la mantequilla en la masa lo hago pero ya...
    Un abrazo anfitriona!
    mirecetario.es

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    1. Gracias Jose, me alegra que te haya gustado. Prueba la mantequilla ya verás que cambio, luego me cuentas ;-)

      Besos

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  4. que preciosa historia.
    El bollo o coca de sardinas, deliciosa.

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  5. Yo ya conté en el Mañoso que mi padre no me dejaba comer estas sardinas y que yo estaba emperrada con hacerlo...
    Pero es que en torno a este productos surgen mil y una historias porque es muy típico de merendolas entre amigos.
    Cuando llevábamos el bar, mi padre y sus amigos se juntaban muchas tardes, traían varias sardinas y unos tomates y enseguida se preparaban una merendola.
    Luego sacaban porrones de cerveza y botellas de vino y ya tenían la juerga montada.
    Yo también tengo el recuerdo de Mas de las Matas y Calaceite y esta coca maravillosa que allí la hacían que daba gloria.
    ¡Ay, que me vuelvo a la niñez en 0 cma!!!.
    ¡Que rica y cuantos recuerdos!.

    Besicos.

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    1. Ay Wivith veo que tenemos recuerdos parecidos, cuantas veces habré visto lo que cuentas de las sardinas, el tomate y el porrón. Con poca cosa se organizaba una muy gorda. De vez en cuando viene bien volver la vista atrás y recordar. Gracias por tu comentario guapa.

      Besos,

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  6. Pero que bonita y entrañable entrada!! Me encanta tu coca!!y sobre todo la historia que trae con ella

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    1. Muchas gracias Toñi, me alegra que te haya gustado. A veces no puedo evitar recordar y ponerme nostálgica, pero así la receta sale más rica ;-) Gracias por tus palabras.

      Un abrazo,

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  7. Qué recuerdos más maravillosos los de la niñez!!!, y cómo se reviven!!!. Preciosa historia y muy buena receta.
    Un abrazo

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